Cuando realizamos una ergometría, prueba de esfuerzo o test de estrés estamos intentando contestar a dos preguntas:

 

(1) ¿Padece el paciente de enfermedad coronaria?

 

(2) ¿Qué riesgo existe de que el paciente fallezca debido a un evento cardiaco en el próximo año?

 

El ejercicio aumenta las necesidades metabólicas. Ante un aumento de las necesidades metabólicas durante el esfuerzo el corazón puede responder de forma adecuada o inadecuada lo cual nos ayudará a realizar un diagnóstico de enfermedad cardiaca y/o a establecer un pronóstico.

 

VARIABLES DIAGNÓSTICAS.

 

Se considera el resultado de la prueba como positivo cuando el paciente desarrolla signos y síntomas de isquemia, o insuficiencia coronaria durante la prueba. Por ejemplo una cambio en el electrocardiograma, en el segmento ST, o la aparición de angina de pecho

 

VARIABLES PRONÓSTICAS.

 

Existen diversas variables que pueden medirse durante la prueba que tienen un potente valor pronóstico:

 

(1) Duración del esfuerzo.

 

(2) Tensión durante el esfuerzo: hipotensión o hipertensión durante el esfuerzo.

 

(3) Incompetencia cronotropa, o incapacidad del corazón para aumentar su frecuencia cardiaca.

 

(4) Recuperación de la frecuencia cardiaca.

 

(5) Ectopia ventricular.

 

(1) Duración del esfuerzo.

 

La prueba de esfuerzo se desarrolla según un protocolo preestablecido. El protocolo consiste en un aumento del esfuerzo cada 2 o 3 minutos; en la cinta rodante aumenta progresivamente la inclinación y la velocidad del tapiz, mientras que en la bicicleta ergométrica o cicloergómetro aumenta progresivamente la resistencia.

 

La prueba se prolonga durante el tiempo necesario para que se produzcan uno de tres sucesos: (1) el paciente se cansa, (2) el paciente presenta signos o síntomas de isquemia o una arritmia, (3) el paciente alcanza la frecuencia cardiaca máxima para su edad (220 - Edad).

 

Generalmente un adulto de edad media realiza un esfuerzo de entre 8 y 10 minutos. Debido a que cuanto más resiste el paciente más trabajo debe de realizar, el tiempo que el paciente soporta la prueba es una buena medida de su capacidad de esfuerzo (aeróbica).

 

Cuantos más minutos resiste el paciente en la prueba de esfuerzo menor es la probabilidad de que el paciente muera por enfermedad coronaria o cualquier otra causa.

 

La duración del esfuerzo es la variable pronóstica más potente de la prueba de esfuerzo. El valor pronóstico independiente de la prueba de esfuerzo se ha demostrado en hombre, mujeres y ancianos.

 

La duración de la prueba de esfuerzo también permite establecer el riesgo en pacientes con enfermedad coronaria conocida. El estudio CASS (Coronary Artery Surgery Study), que analizaba 30 variables en 4083 pacientes con enfermedad coronaria sintomática mostró que la supervivencia a los 4 años era del 100% en los pacientes con enfermedad coronaria severa (tres vasos) y función ventricular conservada que lograban caminar 12 minutos o más en la cinta rodante.

 

(2) Tensión arterial durante el esfuerzo.

 

La hipotensión durante el esfuerzo se define como una presión inferior a la obtenida de pie antes de iniciarse el ejercicio. Refleja la incapacidad del corazón de aumentar el gasto cardiaco durante el esfuerzo, y se asocia a enfermedad coronaria severa (afectación del tronco común o enfermedad de tres vasos), disfunción ventricular o ambas.

 

La hipotensión durante el esfuerzo se asocia a un riesgo hasta tres veces mayor de padecer un evento cardiaco en los siguientes 2 años.

 

La hipertensión durante el esfuerzo se define como un aumento de la presión sistólica arterial durante el esfuerzo por encima de un umbral entre 190 y 220 mmHg. Algunos estudios sugieren que predice la aparición de hipertensión arterial futura en personas con una tensión arterial normal en reposo.

 

No se ha definido el si la hipertensión arterial con el esfuerzo implica un mayor riesgo de eventos cardiovasculares futuros. En pacientes sin enfermedad coronaria conocida podría tener un valor predictor de eventos futuros. En pacientes con enfermedad coronaria conocida parece indicar que la misma no es severa y un menor riesgo de eventos en los siguientes 2 años.

 

El repunte de la tensión arterial, es decir el aumento de la misma, precozmente tras detener la prueba de esfuerzo ha demostrado ser un marcador de enfermedad coronaria subyacente, sin embargo no implica un pronóstico adverso.

 

(3) Incompetencia cronotropa.

 

La frecuencia cardiaca normalmente aumenta con el esfuerzo y desciende inmediatamente tras detener el esfuerzo. La incapacidad de la frecuencia cardiaca para aumentar durante el esfuerzo de la forma esperada se denomina incompetencia cronotropa y es un predictor de mortalidad de cualquier causa y cardiovascular.

 

La respuesta cronotropa predecible puede calcularse con la fórmula : (FC máxima - FC reposo) / (220-Edad-Fc reposo). Se define incompetencia cronotropa cuando el paciente alcanza menos de un 80% del valor predicho y menos del 62% en pacientes en tratamiento con betabloqueantes.

 

La diferencia entre la frecuencia cardiaca máxima y la frecuencia cardiaca en reposo se conoce como la frecuencia cardiaca de reserva.

 

(4) Recuperación de la frecuencia cardiaca.

 

Cuando el ejercicio se detiene, el corazón regresa a la frecuencia cardiaca pre-esfuerzo en un plazo que puede variar de minutos a horas.

 

La alteración de la recuperación de la frecuencia cardiaca predice riesgo de eventos cardiovasculares de todo tipo, incluida la muerte súbita, tanto en la población sana como en los pacientes con enfermedad coronaria conocida.

 

Diversas variables influyen en la recuperación de la frecuencia: actividad (parada completa o progresiva) y posición (supina, sentado o bipedestación). Se han establecido unos umbrales: bipedestación, debe de disminuir al menos 12 latidos por minuto en el primer minuto, supino (estirado) debe de bajar 18 latidos por minuto en el primer minuto, y sentado debe de bajar 22 latidos por minuto en el primer minuto.

 

(5) Ectopia ventricular.

Durante el ejercicio se pueden producir arritmias ventriculares poco comunes como:

 

Taquicardia ventricular sostenida o fibrilación ventricular. Se debe a enfermedad coronaria o disfunción ventricular. Ocurre raramente pero el riesgo es vital.

 

Taquicardia ventricular en el adulto joven con corazón estructuralmente normal. Pueden tener su origen en el tracto de salida del ventrículo derecho. Se considera benignas.

 

Debemos distinguir esta última de la secundaria a Displasia Arritmogénica del Ventrículo derecho, que también suele afectar a individuos jóvenes pero cuyo pronóstico es de alto riesgo.

 

Además durante el esfuerzo o durante la recuperación, con mayor frecuencia, se pueden producir episodios autolimitados, no sostenidos, de contracciones ventriculares prematuras o rachas de taquicardia ventricular. El significado de esas alteraciones del ritmo cardiaco es incierto. Parece existir un aumento del riesgo de muerte en pacientes con enfermedad coronaria conocida pero no en población sana.

 

El riesgo de muerte a los 5 años en parece ser mayor en pacientes que presentan contracciones ventriculares prematuras frecuentes (> 10%) durante el esfuerzo (9% vs 5%) y aún más en aquellos que las presentan en la recuperación (11% vs 5%) frente a los que no las presentan.

 

Finalmente el valor pronóstico de la aparición de contracciones ventriculares prematuras parece limitarse a aquellas frecuentes que aparecen en la recuperación.

 

Si desea más información puede solicitar una visita en el teléfono 971 36 90 80 (Maó) o 971 38 66 48 (Ciutadella) o a través de nuestro formulario de contacto.

info@cardiomenorca.es