La actualización de las guías de prevención secundaria en pacientes con enfermedad coronaria u otras lesiones ateroscleróticas publicadas en enero del 2012, valoran como razonable que todos los pacientes que han padecido un evento cardiovascular o sin haberlo padecido presenten ateromatosis aumenten el consumo de omega-3 en forma de pescado azul o suplementos con cápsulas de aceite de pescado (1 gramo al día).


La utilidad de los ácidos grasos Omega-3 en la prevención de eventos cardiovasculares, se descubrió al observar una población de esquimales de Groenlandia en los cuales, a pesar de una dieta con un contenido muy alto en grasas, se producían menos complicaciones cardiovasculares que en la población occidental. Al estudiar la sangre de los esquimales se observó un contenido muy alto en DHA (ácidos docosahexaenoicos) y EPA (ácidos eicosapentaenoicos) que se atribuyeron al consumo alto de aceites y grasas provenientes del pescado, principal alimento de su dieta.

 

Durante la segunda guerra mundial la invasión de Noruega por Alemania dio lugar a escasez de alimentos por lo que la población Noruega aumentó el consumo de pescado.A este cambio en los hábitos alimentarios se le atribuyó posteriormente una reducción en la mortalidad de causa cardiovascular en esta población.

 

Posteriormente la evidencia científica se inclina a favor de que el consumo habitual de pescado azul reduce las enfermedades cardiovasculares por varios mecanismos: disminución de los triglicéridos en sangre y efectos vasodilatadores y antitrombóticos, reduciendo el riesgo de arritmias y muerte súbita.

 

Los efectos beneficiosos sobre la salud cardiovascular parecen provenir de su capacidad de reducir los niveles de triglicéridos.

 

El consumo continuado de EPA y DHA podría ayudar a prevenir algunos tipos de cáncer: mama, próstata y colon. Además tienen efectos antiinflamatorios beneficiosos en pacientes asmáticos, en la artritis reumatoide, enfermedades de la piel, y otros cuadros inflamatorios.

 

La forma más sana de consumir EPA y DHA es mediante el consumo de pescado azul como el atún, caballa, sardina, arenque, boquerón, jurel o salmón fresco. El salmón fresco es el de mayor contenido en omega-3.

 

Cualquier alimento fresco supera con creces la cantidad de estos ácidos grasos presentes en alimentos fortificados como galletas, margarinas u otros productos lácteos. Además muchos de estos productos contienen omega-3 pero no EPA y DHA que son los que han demostrado beneficio cardiovascular.

 

Actualmente se desconocen cuales son las cantidades diarias recomendadas (CDR) pero parece adecuada una ración de pescado azul dos veces por semana.

 

Sin embargo en el segundo semestre del año 2011 se ha alertado desde el Ministerio de Sanidad y Consumo (AESAN) acerca del consumo de pescado azul. Esta alerta se debe a que los pescados grasos acumulan mayor cantidad de contaminantes en su grasas, entre los cuales encontramos mercurio, dioxinas y bifenilos ploriclorados. Finalmente esta alerta se ha limitado al consumo de determinados pescados: pez espada, tiburón, atún rojo y lucio, por mujeres en edad fértil, embarazadas y en periodo de lactancia, y niños menores de 3 años, en los que habría que evitar la ingesta, y niños de 3 a 12 años en los que el consumo se debería de limitar a 50 gramos a la semana.

 

CONCLUSIONES DE LOS ESTUDIOS CIENTÍFICOS

 

En octubre del 2012 se publica en la prestigiosa revista científica British Medical Journal un artículo de investigación que analiza los resultados de los estudios realizados y publicados en la bibliografía científica hasta septiembre del 2012. Se trata de un meta-análisis que analiza 26 estudios prospectivos de cohortes y 12 ensayos clínicos randomizados, incluyendo información de 794 000 pacientes y la evolución de 34 817 eventos cerebrovasculares.

 

En los estudios de cohortes que comparaban categorias de ingesta de pescado se encontró una relación favorable entre el consumo de pescado rico en omega 3 y el riesgo de presentar un evento cerebrovascular. En los estudios randomizados se valoraba el empleo de suplementos de omega 3, observándose igualmente una relación favorable con reducción de eventos cerebrovasculares.

 

El estudio concluye que la evidencia científica actual indica una asociación inversa moderada entre el consumo de pescado rico en omega 3 y suplementos de omega 3 de cadena larga y los eventos cerebrovasculares.

 

 

SUPLEMENTOS DE ACEITE DE PESCADO

 

Para lograr obtener las dosis de DHA y EPA que han demostrado beneficio en los estudios se debe de lograr una cantidad total de 1800 mg de EPA y 900 mg de DHA diarios.

 

El acúmulo de contaminantes en los aceites de pescado obliga a seleccionar los suplementos, debiendo comprobar que en su etiquetado se indica la adecuada eliminación de estos contaminantes. Además debemos de asegurarnos de no superar las cantidades diarias recomendades de vitamina A (3,000 mcg) y vitamina D que podrían alcanzar niveles tóxicos en nuestro organismo. Compruebe siempre un correcto etiquetado del frasco.

 

En pacientes en tratamiento con anticoagulantes orales se recomienda estrechar el control de la medicación en caso de iniciar el consumo de suplementos de aceite de pescado.

 

 

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