El colesterol es necesario para la vida. El organismo necesita aproximadamente 1 gramo diario de colesterol. Una cuarta parte lo fabrica el hígado, otra parte es absorbido en los intestinos. Dos tercios del colesterol intestinal absorbido procede de la bilis y el resto de los alimentos. El organismo mantiene un equilibrio entre lo que se sintetiza y lo que se absorbe. Si el aporte de colesterol intestinal es abundante se frena la síntesis, y viceversa. La capacidad de absorción de colesterol intestinal se determina genéticamente siendo la media de un 50-60% del total.

 

Transporte del colesterol en el organismo. El colesterol, los triglicéridos y resto de lípidos son hidrófobos (no solubles en agua) y para ser transportados en la sangre el organismo los envuelve en proteínas (apoproteínas, sintetizadas en hígado e intestino). Existen complejos de proteínas y lípidos de diferentes tamaños: los quilomicrones son los de mayor tamaño, contienen sobre todo colesterol y triglicéridos absorbidos, y circulan desde el intestino por la linfa hasta la sangre. La enzima LPL (lipoproteínlipasa) libera los quilomicrones de parte de su carga de triglicéridos reduciendo su tamaño. Los quilomicrones ahora pueden depositarse en tejido graso o en músculo, o captarse por el hígado para metabolizarse. El hígado los metaboliza a una partícula de menor tamaño denominada VLDL (lipoproteinas de muy baja densidad) que aunque contienen también muchos triglicéridos, proporcionalmente contienen más colesterol que los quilomicrones. De nuevo la LPL rompe la partícula de VLDL para generar una nueva partícula de menor tamaño denominada IDL (Lipoproteína de densidad intermedia), que son un paso intermedio para la formación de LDL (lipoproteínas de baja densidad) por el hígado. Las LDL transportan sobre todo colestero y ésteres de colesterol y escasos triglicéridos envueltos en una apoproteína casi exclusiva (B-100). La función de las LDL es transportar colesterol a la periferia. Cuando los triglicéridos son elevados o cuando las LDL maduran, y también por alteración de la sensibilidad a la insulina, el contenido en apoproteína B-100 de las LDL aumenta y se vuelven más pequeñas y densas, facilitando su paso al subendotelio. Existen otras complejos denominados HDL (lipoproteínas de alta densidad) cuya función consiste en transportar el colesterol en dirección inversa, es decir, desde las células hacia el hígado para su elimación por la bilis.

Resumiendo. El camino de ida del colesterol parte del intestino en los quilomicrones o desde el hígado en las VLDL, y se transporta por las LDL a las células o a los depósitos en tejidos. El regreso del colesterol se lleva a cabo en las partículas HDL hacia el hígado desde donde se elimina por la bilis.

Colesterol bueno (HDL) y colesterol malo (LDL).

 

HDLc. Se conoce por lo tanto a los complejos HDLc como colesterol bueno por su capacidad de transportar el colesterol hacia el hígado para ser eliminado. Se consideran adecuadas cifras de HDLc por encima de 40 mg/dl en los hombres y de 50 mg/dl en mujeres. Se consideran cifras protectoras frente a enfermedad cardiovascular cifras de 60-65 mg/dl. Se sabe que cifras muy bajas, especialmente cerca de 30 mg/dl implican riesgo cardivoascular.

 

LDLc. A los complejos de LDLc se los conoce como colesterol malo por su función de transporte de colesterol a los depósitos y sobre todo por su capacidad de infiltrar los vasos y causar la conocida ateromatosis o placas de ateroma a partir de las cuales se producen complicaciones cardiovasculares como el infarto de miocardio o el infarto cerebral.

 

Cifras objetivo de colesterol. No existe unas cifras consideradas normales, pero si unos "objetivos" que varían en función de cada paciente, principalmente en base a su riesgo cardiovascular. Así en un paciente considerado de no alto riesgo se consideran tolerables niveles de LDLc por debajo de 130 mg/dl (algunas sociedades científicas sugieren 115 mg/dl), sin embargo en un paciente de alto riesgo se considera adecuado un máximo de 100 mg/dl, y en un paciente de muy alto riesgo un máximo de 70 mg/dl.

 

Definición de riesgo cardiovascular. El riesgo cardiovascular es una estimación de la probabilidad de sufrir un problema cardiovascular (p.ej. un infarto de corazón o una embolia cerebral) en los 5 o 10 años siguientes. El riesgo se estima o calcula en base a estudios de la población donde se incluyen muchos pacientes en los cuales se valora el grado de hipertensión, la presencia o ausencia de diabetes, el tabaquismo o el nivel de colesterol en sangre. Los médicos disponemos de calculadoras de riesgo cardiovascular. Además a los pacientes en los que ya existen lesiones de órganos como los ojos, los riñones, el cerebro, el corazón o los vasos sanguíneos los consideramos de riesgo cardiovascular alto o muy alto según las lesiones encontradas.

 

Pruebas que permiten calcular el riesgo cardiovascular. Si usted presenta un colesterol alto, es diabético, hipertenso o padece del riñón, entre otros problemas de salud, su médico deberá buscar lesiones de los órganos típicamente afectados por estas enfermedades y deberá solicitarle entre otras una ecografía del corazón, un ecografía de las arterias carótidas, un ecografía del riñón, una valoración por el Oftalmólogo del fondo de ojo y una analítica completa que permite valorar el correcto funcionamiento de su riñón. Con estos resultados se podrá decidir si hay que empezar o no tratamiento y hasta que punto debemos de ser agresivos en el control de su tensión arterial o de sus niveles de colesterol.

 

Beneficios de un perfil lipídico adecuado. La reducción del colesterol LDL ha demostrado reducir el riesgo de futuros eventos cardiovasculares.

 

Un meta-análisis (conjunto de análisis) sobre un total de 175.000 pacientes recientemente publicado (2012) en la prestigiosa revista médica Lancet estima una reducción del riesgo de eventos cardiovasculares (infarto de miocardio e ictus) de un 21% por cada reducción de 39 mg/dl de colesterol LDL en pacientes tratados con fármacos hipolipemiantes (estatinas). Este beneficio se obtuvo incluso en pacientes con bajo riesgo cardiovascular.

 

Medidas básicas para tener las cantidades adecuadas de colesterol "bueno y malo".

 

Grasas de la alimentación. Los triglicéridos son los componentes fundamentales de la grasa de la dieta y regulan a la baja los receptores de LDL que al no ser captados suficientemente por el hígado aumentan en la sangre. Esto ocurre sobre todo con los ácidos grasos saturados. En el caso de los ácidos grasos monoinsaturados (ácido oleico, un omega-9) ocurre lo contrario al regular menos a la baja los receptores de LDL en el hígado que los capta y disminuyen en la sangre. Los ácidos grasos poliinsaturados reducen la producción de HDL y por tanto su concentración en sangre.

 

Es recomendable por tanto una dieta baja en grasas animales y rica en grasas monoinsaturadas, fibra y antioxidantes. Es la conocida como dieta mediterránea. A los ácidos grasos omega-3, concretamente los EPA y DHA se les atribuye la capacidad de prevenir o minimizar las enfermedades cardiovasculares.

 

Se recomienda reducir el consumo de alimentos ricos en colesterol (comer carnes magras, evitar pato y cordero, comer el pollo sin piel, no comer cerdo o sólo solomillo de cerdo, reducir el consumo de yemas de huevo), y evitar las grasas saturadas contenida en la bollería, pastelería y mantequillas. Sustituir la mantequilla por margarinas ricas en fitoesteroles (ver a continuación) que se recomienda untar en alimentos ricos en cereales, principalmente pan integral.

 

Se recomienda el consumo de nueces o almendras por su alto contenido en ácidos grasos poliinsaturados, hasta 22 gramos por cada 1000 kcal (entre 25 y 50 gramos al día), al haberse demostrado su capacidad para reducir el colesterol. Siempre deben de tomarse en sustitución de grasas de la dieta y no como un suplemento a la dieta habitual.

 

Fibra. Deben de ingerirse alimentos ricos en fibra, integrales y que contengan grano de cereal. Son adecuados el arroz integral, la pasta integral y el pan integral. La fibra de la dieta ayudará a reducir la absorción de las grasas, y permitirá un tránsito intestinal adecuado reduciendo el tiempo de contacto de los productos cancerígenos con la mucosa y reduciendo el riesgo de cancer de colon.

 

Fitoesteroles. El colesterol de la dieta procede en su mayor parte de alimentos de origen animal. En los vegetales existen sustancias similares al colesterol que se conocen como fitoesteroles y que compiten con el colesterol en su absorción y disminuyen la absorción del mismo. Se recomienda el consumo de 2-3 gramos al día de fitoesteroles, consumir mayor cantidad no ha demostrado ningún beneficio adicional sobre los niveles de colesterol y disminuirán los niveles de carotinoides en sangre. Por este motivo las margarinas ricas en esteroles se enriquecen con vitamina A, no debe de abusarse de su empleo y deben de acompañarse de alimentos ricos en beta-carotenos como frutas (frutas de color amarillo-naranja; naranjas, mandarinas, piñas...) y verduras (zanahorias, espinacas, calabaza...). Actualmente existen alimentos enriquecidos con fitoesteroles en los supermercardos, recomendándose especialmente las margarinas enriquecidas (siempre en cantidad inferior a 20-30 gramos al día, el equivalente a dos cucharillas de café).

 

Ejercicio físico. Tiene un efecto doble, corrector del riesgo cardiovacular y reducir el LDLc y aumentar el HDLc.

 

Sobrepeso y obesidad. Debemos de mantener un peso adecuado, con un índice de masa corporal entre 20 y 25 y siempre por debajo de 29. Calcula tu índice de Masa Corporal.

 

Tabaco. Fumar aumenta los niveles de todos los complejos de colesterol no saludable, causando un aumento del 3% del colesterol total, del 1,7% del LDLc, un 9,1% de los triglicéridos y un 10,4% de las VLDL, además de reducir un 5,7% el colesterol saludable, el HDLc. Estos cambios sobre el denominado perfil lipídico y el daño que causa sobre la pared de los vasos sanguíneos favorecen la formación de placas de colesterol en sus paredes, la trombosis y los accidentes cardiovasculares.

 

Alcohol. Cantidades moderadas de alcohol elevan el HDLc, sin embargo grandes cantidades aumentan el riesgo cardiovascular, un aumento de los triglicéridos y del riesgo de padecer otras patologías cardiacas y no cardiacas. Así mismo la abstención absoluta del alcohol también conlleva un mayor riesgo cardiovascular.

 

Fármacos, cuando el cambio de hábitos no ha sido suficiente o cuando existe un riesgo cardiovascular alto estimado tras una valoración cardiovascular completa puede ser necesario iniciar un tratamiento con fármacos para mejorar el perfil lipídico y ejercer un efecto antiinflamatorio sobre las lesiones ateromatosas en caso de que existieran.

 

Recientemente el Dr. Joseph L. Goldstein, premio Nobel de medicina en 1985 por sus trabajos sobre el colesterol y la relación entre los niveles altos en sangre y el desarrollo de depósitos grasos en vasculares, recordaba que la Asociación Americana del Corazón recomienda controlar los niveles de colesterol cada 5 años a partir de los 20 años.

 

 

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